El sábado 16 de enero del año en curso tuve la oportunidad de vivir una de las más gratas experiencias que he tenido en lo que llevo ejerciendo el hobby de spotter: Volar en un avión anfibio y experimentar un amerizaje. Esta experiencia la viví a bordo de una de las aeronaves mas singulares en la aviación dominicana: El Grumman G-73T Turbo Mallard N380GB.
Para empezar este relato, es bueno que hablemos un poco de este avión.
El Mallard: Herencia de otros hijos de Grumman
Durante los años 30 y 40 surgieron grandes innovaciones y cambios en la aviación a nivel mundial. Una de esas innovaciones era la de los aviones anfibios, los cuales tenían la capacidad de aterrizar tanto en tierra como en mar. Una de las compañías que se enfoco en esta modalidad fue la Grumman Aircraft Engineering Corporation, que luego se conocería simplemente como Grumman Aerospace Corporation.
Desde los años 30, Grumman venia experimentando con el concepto de una aeronave anfibia, y produjo algunos ejemplares, como el Columbia XJL, JF Duck y J2F Duck. Sin embargo, estos ejemplares estaban completamente enfocados al uso militar.
El éxito llego a finales de los años 30, con la introducción del conocido Grumman G-21 Goose, del cual se produjeron 345 unidades. Este avión se convirtió en un preferido para millonarios residentes en Manhattan, Nueva York. Su éxito en el mercado civil lo llevo rápidamente a ser adaptado para uso militar. Años después, el Goose gozaría de conversiones a turboprop, lo cual alargaba la utilidad del avión.
La consolidación del Goose no detuvo a Grumman para lanzar nuevos modelos de aeronaves anfibias. En 1941 aparece el G-44 Widgeon, del cual se produjeron 317 unidades. Pero aun así, Grumman deseaba brindar una experiencia más ejecutiva y lujosa en uno de estos aviones. Por tal motivo, en el año 1946, Grumman lanza el G-73 Mallard .
Concebido como ”un avión ejecutivo de los años 40”, por decirlo así, el Mallard logro la admiración de muchos, incluyendo el Aga Khan III (48° Imán de los Musulmanes Ismaelitas Chiitas), que llego a poseer un ejemplar del Mallard. También el Rey Faruq de Egipto (1937-1952) llego a poseer un Mallard, del cual dijo que era su aeronave favorita.
Solo se produjeron 59 ejemplares del Mallard, entre 1946-1951. La mayoría de estos ejemplares fueron adquiridos por usuarios privados, pero existen informaciones de que Tahiti-Hawaii Airlines y Pacific Western Airlines usaron unos pocos ejemplares por un tiempo indeterminado.
Al igual que el Goose, el Mallard gozaría de las conversiones a turboprop, las cuales se empezarían a realizar en los años 70 por Paspaley Pearling en asociación con Aeronautical Engineers Australia. El propulsor usado en las conversiones fue el eterno Pratt & Whitney Canada PT6A.
Al finalizar la producción del Mallard en 1951, Grumman introduciría al mercado su último avión anfibio, el pesado HU-16 Albatross.
En una nota curiosa, todos los anfibios de Grumman llevaban el sobrenombre de un ave. En el caso del G-73, Mallard en español se refiere al ánade real o azulón, también conocido en algunos países como Pato Salvaje.
El N380GB
El ejemplar presente en el país es un G-73T (es decir, Turbo Mallard, ya que fue convertido a propulsión turboprop). Lleva la matricula N380GB. Fue fabricado en 1948, lo que lo convierte en la aeronave más antigua en operación en toda Republica Dominicana.
Quien ve este avión diría que recién ha salido de la fábrica, pues luce en sorprendentes condiciones. La clave ha sido el excelente mantenimiento y cuidado, a cargo de la conocida empresa dominicana Rep-Air Aviation.
El vuelo (MDJB/MDLR)
El Mallard me impresiono mucho. Por su tamaño, pensé que era más lento. ¡Error! En menos de 5 minutos después del despegue, ya estábamos saliendo a línea de costa. La estabilidad en su vuelo es destacable.
Luego de estar por un par horas en MDLR, nos dirigimos a Playa Palmilla, en el Parque Nacional del Este, para la principal experiencia del día: Amerizaje.
El amerizaje
Mis expectativas estaban altas para este momento. A medida que descendíamos a la playa, me preguntaba, ¿como será esto?
Lo puedo describir como una combinación de ir en bote a alta velocidad, pero a la misma vez volando un poco. A diferencia del aterrizaje en tierra, en el ”touchdown” con la playa sientes el constante impacto del agua. Es una sensación agradable, a medida que el avión va reduciendo velocidad en el agua, hasta que ya está completamente navegando.
Con el avión ”anclado” en la playa (mediante un ancla que se logra lanzar desde un espacio ubicado en la nariz del avión), pude realizarle unas hermosas tomas, donde el Mallard se combino con el hermoso color de la playa. Disfruten:
Pude grabar un vídeo, tanto del amerizaje como del despegue desde la playa. Disfrútenlo:
Playa Palmilla estaba repleta de botes, pero el Mallard se robo toda la atención con su presencia:
Una vez que todo está listo, despegamos de regreso a La Isabela. Al llegar, logre tomar varias fotos de la cabina. Noten que lo único ”moderno” que tiene la cabina es el Garmin. Todo lo demás es original de 1948, algo sumamente impresionante.
Y así termino ese gran dia. El Mallard se llevo una gran sesión de fotos, a la altura de esta gran aeronave. Fue una experiencia muy grata para mí.
Las gracias al Cap. Danilo Rosario, Cap. Eduardo Pumarol, a mi pana Gelson Alcántara y a mi amiga Any Mendoza, por esta maravillosa oportunidad. Les estaré agradecido siempre.
Piloto privado dominicano, spotter y diseñador gráfico.